Vivió en una zona de la costa inglesa llena de fósiles. Y a eso se dedicó, a la recolección de fósiles. Pero no solo los recogía, también los estudiaba. Entre otros, identifico el primer esqueleto de ictiosauro, un dinosaurio mitad pez mitad lagarto. Y además se ganaba la vida con ellos porque los vendía. Entre sus compradores estaban los paleontólogos más importantes de su época con los que además mantenía una relación científica. Su trabajo fue esencial para entender la vida prehistórica, pero no fue reconocido hasta poco antes de su muerte.
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