En el Observatorio de Harvard, donde trabajaba observó durante años miles de placas de cristal que contenían imágenes del cielo procedentes de dos telescopios. Debía calcular las distancias a la que estaban las estrellas mirando esas placas. Llenó cientos y cientos de cuadernos con sus anotaciones que ayudaron a completar la catalogación de cada estrella conocida del firmamento. También estudió un tipo concreto de estrellas, las Cefeidas, cuyo conocimiento permitió idear un sistema para medir las distancias entre los astros del cosmos.
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